–Hola, E –me dijo con su áspero e inseguro acento del Medio Oeste. –¿Qué tal fue el viaje?
–Estuvo bien.
No le había contado que había ido porque mi hermana se había suicidado. No quería tocar el tema. Francis apoyó una mano en la baranda del porche para equilibrar su corpulenta figura.
–Escucha, E, no sé si alguna vez te lo he contado pero yo veo espíritus.
–¿Cómo?
–Yo veo espíritus.
Me quedé mirándola.
–Fantasmas.
–¿En serio?
–Sí. Y hay algo que creo que tengo que contarte. Antes de que volvieses ayer, vi a una joven entrar en tu casa.
–¿De verdad?
–De verdad.
Al principio, cuando Francis me contó aquello, me entró bastante canguelo y no tenía demasiadas ganas de dormir en casa aquella noche. pero luego pensé en cuándo había sucedido todo e intenté ver el asunto desde otra óptica más positiva y menos acojonadora. Fuese o no una parida, me gustaba la idea de que Liz se hubiese pasado por casa para decirme adiós una última vez, incluso aunque no hubiese dado conmigo por un par de horas. Si vas a tener un fantasma en casa, lo mejor que puedes hacer es pensar que es un fantasma amigo.
No one never treated him nice While he was alive You can’t buy no respect Like the librarian said But everybody respects the dead They love the friendly ghost
Cuando yo era muy pequeño hubo un pariente, no recuerdo quién, que les regaló a mis padres dos bolas navideñas de adorno, una amarilla en la que ponía LIZ y otra roja con mi nombre. A Liz y a mí se nos ocurrió que la primera de las dos que se rompiese señalaría quién de nosotros dos moriría primero. Unas navidades, cuando yo tenía nueve o diez años, andaba yo haciendo mi numerito habitual de malabarismos con las bolas navideñas de LIZ y MARK como hacía cada año para poner a Liz de los nervios. Ella me pedía que parase, como hacía cada año, porque no tenía gracia; y efectivamente, la bola amarilla de LIZ se me escurrió de la mano. Intenté pararla con la palma pero no pude cogerla. Se hizo añicos contra el suelo. La bola de MARK sigue hoy intacta. Ojalá hubiera sido la de MARK la que se me cayó aquel día.