sábado, septiembre 18, 2010

Mantén el rifle seco


El 23 de Infantería Ligera había atravesado la campiña francesa en retirada desde Bruselas. En algún lugar de las afueras de Armentiers, Jack y el joven Ted Meeks se perdieron. Primero todo era calma estival y de pronto él y Ted se asfixiaban entre nubes de plasma, azufre y carbón. El recluta Meeks -19 años, hijo de un herrero de Watford- murió tranquilamente en el suelo mientras explicaba una anécdota graciosa sobre su barrio. Contemplaba tristemente su estómago desgarrado y quemado, como un niño que ha roto su juguete favorito. Jack no tuvo otra alternativa que dejar el cuerpo de su colega para los alemanes y salvarse él. Prometió traer de vuelta a casa los recuerdos de Ted.
Atravesó corriendo las dunas y entró en el agua bajo el manto de la oscuridad. El resto del ejército británico, sin embargo, estaba a una milla costa arriba. Durante esos dos días desde la muerte de Ted, el miedo de Jack se había intensificado a cada segundo. pero no tenía miedo de morir. Tenía miedo de no volver a ver nunca a su chica. Jack se mantenía despierto pensando en aquellas tardes en el parque. El sol y los patos y el aroma de las flores. Pensaba en su cara bonita. En su perfecta imperfección.
Jack paseaba sus dedos por los bordes suaves y fríos del colgante que ella le había regalado. Tenía su foto dentro. Así la llevaría consigo siempre, hasta donde la guerra le enviase. Jack no podía morir... Necesitaba desesperadamente vivir por ella. Y así permaneció dos días enteros metido en el agua. Y ella estuvo con él todo ese tiempo, ayudándole a mantener el rifle seco.


Cositas que me gustan:

"soy el verdugo de tus sueños
no soy malo soy veneno
no me mires a los ojos
porque puede que no encuentres
nada mas que tu reflejo
yo soy tu infierno
"

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Expulsa tu comentario aquí: