La sordera impidió que Beethoven
pudiera escuchar ni una nota de su Novena Sinfonía, y la muerte
impidió que se enterara de las aventuras y desventuras de su obra
maestra.
El príncipe Bismarck proclamó que
la Novena inspiraba a la raza alemana, Bakunin escuchó en ella la
música de la anarquía, Engels anunció que sería el himno de la
humanidad y Lenin que era más revolucionaria que la Internacional.
Von Karajan la dirigió en un
concierto para el gobierno nazi y años después consagró con ella
la unidad de la Europa libre.
La Novena acompañó a los
kamikazes japoneses que morían por su emperador y a los combatientes
que dieron la vida peleando contra todos los imperios.
Fue cantada por quienes resistían
la embestida alemana y fue tarareada por Hitler, que en un raro
ataque de modestia dijo que Beethoven era el verdadero führer.
Paul
Robertson la cantó contra el racismo y los racistas de África del
Sur la usaron de música de fondo en la propaganda del apartheid.
En
1961, al son de la Novena, se alzó el muro de Berlín.
En
1989, al son de la Novena, el muro de Berlín cayó.
Coplillas que me gustan:
Shining so bright, He'll get you flying
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