—El hombre es el único animal que se crea necesidades que nada tienen
que ver con la subsistencia del individuo y con la reproducción de la
especie. No le basta comer para alimentarse, sino que condimenta los
alimentos, de modo que añadan placer a la satisfacción de su necesidad.
No le basta vestirse para abrigarse, sino que añade, a esta función tan
elemental, la exigencia de confeccionar su ropa con determinadas formas y
colores. No se contenta con cobijarse, sino que construye edificios con
líneas armoniosas y caprichosas que exceden de su necesidad: lo cual no
ocurre con la guarida del zorro, la madriguera del conejo o el nido de
la cigüeña. ¿Hay algo más inútil que la corbata que lleva usted puesta?
¿De qué le sirve al estómago una salsa cumberland o un Chateaubriand a
la Périgord? ¿Qué añade al cobijo del hombre el friso de una escayola o
las orlas en forma de signos de interrogación de los hierros que
sostienen el pasamanos de una escalera? Pues bien: todo eso que está
inútilmente "añadido a la pura necesidad"... ¡ya es arte! La
gastronomía, la hoy llamada alta costura y la decoración son las
primeras artes creadas por nuestra especie, porque representan los
excesos inútiles añadidos a las necesidades primarias de comer,
abrigarse y guarecerse.